Autor: Francisco Díaz

En el municipio de Anamorós existen diversas moliendas en las que se procesa la caña de azúcar de forma artesanal y las autoridades crean actividades con el fin de preservar este patrimonio cultural. 

El municipio de Anamorós, en La Unión, ha estado rodeado de muchas tradiciones que lo hacen un lugar lleno de cultura y sobre todo sabor, algunas de las cosas que lo hacen famoso es su delicioso pan de torta, sus lácteos y la dulzura que emanan las tradicionales moliendas y que luego se cristalizan en dulces de atado.  

Pero para conseguir este producto requiere un largo proceso que inicia bajo el ardiente sol y rodeados de un ambiente árido; los productores de caña de azúcar inician sus labores durante el mes de mayo, temporada idónea para la siembra de esta planta, su proceso de cuidado es arduo y cada día debe de estar acompañado de un riego profundo para mantener este cultivo en buen estado. 

Pasados los meses los productores cosechan la caña de azúcar, según los molenderos a partir de diciembre ya se puede iniciar la toma de muestras de la caña y cuando ellos consideran que ha tomado un sabor perfecto, pueden proceder a trabajar con ella. 

Una vez cosechada la caña estos obreros pasan al proceso de molienda, es aquí donde los protagonistas de esta dulce obra entran en acción, los famosos trapiches, un armazón hecho de forma artesanal con madera, el cual consta de algunas piezas que al girar aplastan la caña haciendo que esta suelte todo su delicioso jugo. 

Pero eso no es todo, para que cada trapiche funcione se utiliza la fuerza de los bueyes, los cuales están entrenados para colaborar en la preparación del jugo de caña, dando algunas vueltas alrededor del molino hacen que los tornos giren volviendo este proceso 100 por ciento artesanal y plenamente natural. 

Pero esto no es nada más que el comienzo de una larga jornada; pues en otro sector de la molienda se encuentra otro grupo de trabajadores, ellos son los encargados de limpiar el jugo de caña, proceso para el cual hacen uso de “mozote” un coagulante natural que ayuda a espesar la mezcla. 

Los horneros por otra parte están preparados y a la par de la lumbre de una hornilla artesanal contienen enormes recipientes de metal, donde la dulce mezcla es vertida y tras unas horas de duro y sofocante trabajo revisando el agua, hasta que se evapore y se convierta en miel, estos trabajadores no descansan hasta haber finalizado con este proceso. 

Para finalizar la fabricación del dulce de panela, se preparan unos moldes hechos de madera donde se vierte la miel que se encuentra a altas temperaturas para formar lo que se conoce como dulce de atado. 

Esta actividad se ha desempeñado desde hace varias décadas, transmitiéndose de generación en generación; sin embargo, durante los últimos años la producción de este delicioso dulce ha disminuido seriamente, los especializados en este arte aseguraron que esto se debe al poco interés que le prestan las nuevas generaciones, por lo que la mano de obra se ha vuelto escasa y muy difícil de conseguir. 

Es por dicha situación que las autoridades buscan rescatar esta tradición a través de diferentes actividades como “El Festival de Maizales” el cual se efectuó en marzo pasado. En este evento se mostró no solo el trabajo en vivo de una molienda, sino el talento de los emprendedores anamorosenses quienes llenaron de colores, olores y sabores el ambiente.  

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