Después de la llegada del COVID-19 su negocio se vio seriamente afectado.

Rigoberto Pérez es un reconocido zapatero en la ciudad puerto, que ha dedicado 37 años de su vida a cuidar los pasos de los unionenses a través de la reparación de calzado de todo tipo.

El hombre de 55 años reside en la línea férrea, en la Lotificación Cutuco de la ciudad de La Unión y explicó que ese oficio fue el mejor regalo que le dejó uno de sus grandes amigos, pues le ha valido para poder ganarse la vida honradamente.

El zapatero trabaja a la orilla de la calle en el centro de la ciudad, pero explicó que después de la llegada del Covid-19, dejó su puesto por las medidas restrictivas interpuestas por el Gobierno y por el temor a contagiarse de la enfermedad.

“Me dio miedo, porque esto es lo que he hecho desde 1984 y cuando dijeron que siguiéramos las medidas, tuve que abandonar el trabajo durante el tiempo que estableció el Gobierno”, señaló Pérez.

Rigoberto es conocido como “El Chiqui” y explicó que para poder sobrevivir debió trabajar como ayudante en labores agrícolas, para que le pagaran un par de dólares y con ello poder llevar el sustento a su hogar.

“Rajé leña, chapodé, porque allá en el monte solo una persona podía trabajar”, mencionó el zapatero.

A pesar de todo, Pérez reconoce que la gente de buen corazón le permitió hacer pequeños trabajos, con el afán de apoyarle en un momento tan duro de su vida y eso le ayudó a salir adelante en esta crisis.

Relató que, a pesar de las dificultades, da gracias a Dios que no le faltó el sustento y que, así como él muchas personas también pasaron momentos duros.

“Doy gracias a Dios porque siempre hubo trabajo, incluso hice trabajos de zapatería a domicilio”, comentó el artesano del calzado.

Rigoberto reanudó recientemente sus labores y se siente contento de continuar reparando zapatos y tener un ingreso fijo para su familia.

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